Un estudio coordinado por el Instituto Universitario de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol ha demostrado que el protocolo antitabaco de atención primaria incrementa en un 50% las probabilidades de que el paciente deje de fumar.
El 75% de los 2.800 participantes en ISTAPS (nombre que recibe el trabajo) no se planteaban superar su adicción, lo que aconsejó una intervención basada en poner sobre la mesa los pros y los contras del tabaco para que fueran ellos quienes forjaran sus propias motivaciones. Para quienes sí querían abandonar el hábito, se adoptó una estrategia más concreta y, en algunos casos, se prescribió un fármaco.
El perfil de los fumadores que tomaron parte en el estudio correspondía al de un individuo de 43 años que se había iniciado en el tabaco a los 16 y venía fumando un paquete diario desde hacía 26 años. La mitad de ellos eran mujeres, el 80% pertenecía a una clase social media o baja y, en su mayoría, eran sedentarios.
Al finalizar el seguimiento, de dos años de duración, un 8% de los fumadores podía considerarse exfumador. Los autores del estudio recuerdan, a este respecto, que conviene tener en cuenta que la mayoría de los participantes no se había planteado dejar de fumar.
Entre las principales conclusiones del estudio, publicado en la revista “Addiction”, figura la recomendación de que el médico de familia no espere a que el paciente demande ayuda para activar el protocolo.